El patrimonio identifica nuestras aspiraciones, inquietudes y valores, y queremos descubrirlo y salvaguardarlo para que las generaciones futuras puedan entender mejor el significado de nuestras raíces
El aguinaldo es conocido como un regalo o propina que se hace en Navidad. Su origen es muy antiguo y proviene de los pueblos celtas, se llamaba «eguinad» que era, en realidad, un regalo por el año nuevo que se hacía con la pretensión de desear buenos augurios para el año que empezaba. Este regalo consistía generalmente en frutas y nueces de la zona, y así se conservó en la mayoría de los pueblos de nuestra provincia hasta principios del siglo XX.
Los romanos también entregaban regalos al comienzo del año tanto los padrinos a sus ahijados como las personas de clases altas a sus trabajadores, que podían ser obsequios materiales o dinero.
Los primeros vestigios escritos de la palabra aguinaldo con el sentido de «regalo» comienza en castellano aparecen en los albores del siglo XV, siendo utilizada ya por el Marqués de Santillana en uno de sus refranes: «De casa de ruin, nunca buen aguinaldo».
El aguinaldo o entrega de obsequios al comienzo del año, es una costumbre universal que, no obstante, se diversificó en diferentes modos según las edades y también la relación entre quien da y quien recibe, así existió hasta hace muy poco el aguinaldo en modo tanto de propina como de dulces a los trabajadores a domicilio: carteros, lecheros, barrenderos,… al policía local también; por otra parte, está la entrega de pagas extraordinarias o de la cesta de Navidad de los empresarios a sus trabajadores y en España se extendió la costumbre de los Reyes Magos para entregar a los niños juguetes por parte de sus padrinos y padres.
La solicitud de aguinaldo por parte de los trabajadores se conservó en la ciudad de León hasta bien entrados los años 60, y lo hacían entregando en las casas una pequeña postal de felicitación con una imagen que hacia referencia a su profesión, similar a estas, que tomamos de la Biblioteca Nacional:
La diferencia entre el aguinaldo, que se conserva hasta nuestros días, y el regalo de Reyes, es que aquél se da a cambio de un deseo de buenos augurios para el año que comienza, por ello, se entregaban ya desde año nuevo, aunque en ocasiones se adelantó incluso a la Noche Buena.
En el municipio de Sariegos se conservan en la memoria de algunos mayores el peculiar aguinaldo que pedían los mozos de casa en casa, unido a otra tradición que se extendió más en el solsticio de primavera que consistía en enramar las casas de las novias o las chicas que les gustaban, que en ocasiones no tenían conocimiento de estos sentimientos por parte del chico. En esta ocasión se enraman todas las casas donde se va a pedir el aguinaldo aunque, los informantes nos cuentan que se hacía con más esmero en las casas donde habitaban las chicas.
ENRAMADOS Y SOLICITUD DE AGUINALDO POR LOS MOZOS DE POBLADURA DEL BERNESGA EN AÑO NUEVO
Nos lo transmite Patricio García Álvarez, que nació en 1936.
«En Pobladura, al igual que en otros pueblos de la zona se llevaba a cabo la tradición de poner “los ramos” el día de Nochevieja. Esta tarea sólo la realizábamos los mozos.
«Así que el día de San Silvestre después de cenar se iba al baile y cuando se terminaba, sobre las 23:00- 23:30, se acompañaba a las novias, quien las tuviera y a continuación entre risas y cachondeo íbamos a los pinares que quedaban cerca del pueblo.
«Como no había ni por asomo sistema de alumbrado alguno llevábamos una linterna para no caernos. Se procuraba cortar la rama que menos daño hiciera a la guía principal del árbol; y una vez cortados a continuación se procedía a ponerlos.
«El primer ramo se colocaba en la Iglesia y si había párroco en el pueblo, el siguiente era para su casa. Una vez hecho esto ya se empezaba a repartir por todas las casas. Era una tarea ardua ya que teníamos que ir cargados con los fejes de pinos y escalera porque si la casa era de planta baja se ponía en el tejado delante de la puerta, y si era de planta alta se le ponía en un balcón o ventanal.
«A la vez que se colocaban se cantaba una canción que era típica de estas fechas y que todavía muchos del pueblo nos acordamos de algunas de sus estrofas.
«Ante todo este ritual la gente de Pobladura no salía de sus casas. Era al día siguiente en Año Nuevo cuando otra vez los mozos íbamos a pedir. Lo que nos solían dar era: chorizo, huevos, algo de matanza, dinero… con todo esto y algo más que se compraba con el dinero sacado se hacía una comida en la casa de alguno del pueblo que tuviera sitio para tantos mozos.
«En el pueblo de Sariegos también se ponían los ramos el día de Nochevieja. Iban al monte los cortaban y los bajaban en un carro. Esa noche los ponían en todas las casas y cuando acababan tomaban unas sopas de ajo o chocolate. Al día siguiente pasaban por las casa para recoger el aguinaldo que se trataba de dinero (ya en épocas recientes) y al final del día los mozos se reunían y con el dinero recogido se organizaba la fiesta de San Juliano del día 7 de enero
EL AGUINALDO DE LOS MOZOS DE CARBAJAL DE LA LEGUA EL DÍA DE REYES MAGOS
Herminio Blanco, natural de Carbajal de la Legua, nos informa de esta bonita tradición en Carbajal hasta los años 50:
«Los jóvenes del pueblo pedían a los vecinos el aguinaldo el día de Reyes por la mañana. Para ello, habían colocado previamente ramos verdes, de pino, en las casas del pueblo .
«Se iba de casa en casa cantando una canción que, como la de Noche Buena, . Se esperaba la entrega de cualquier obsequio. que sería en forma de dinero o de comida (fruta, huevos, embutido casero,..)
«Terminada la ronda, se nombraba un cocinero mayor y dos ayudantes entre los miembros del grupo que se encargarían de preparar una cena para el sábado siguiente. Al término de la cena se emparejaban chicos y chicas, mayores de 18 años, solteros y sin límite que serían compañeros durante el domingo siguiente, lo que les comprometía a bailar con la chica, invitarla en la «tasca» o, incluso, llevarla al cine.
En estas actividades se iban integrando los adolescentes al llegar a la edad de 12 años así, progresivamente iban dejando los juegos de niño e iniciaba la entrada a mozo, significando ello el poder participar en actividades ya consideradas de mayores que hasta entonces tenía vetadas.
De origen muy antiguo y de épocas precristianas, esta tradición está relacionada con los ritos solsticiales del invierno para atraer hacia el hogar a los espíritus protectores y fertilizantes que viven en la vegetación.
En nuestro municipio, como en toda la provincia de León, era esencial tener un gocho que alimentar durante todo el año para luego sacrificar y poder disponer en la despensa alimentos para pasar el invierno. Algunas familias, incluso, podían cuidar varios que luego llevaban al mercado a vender.
Al gocho se le conocía con varios nombres: cerdos, marranos, cochinos,… pero en nuestra zona empleamos con más frecuencia el de «gocho».
Foto del año 1945 en que una familia de Carbajal de la Legua al completo y algunos vecinos se dirigían al mercado de León para la venta de un cochino.
Las condiciones de vida eran muy diferentes a las actuales, las familias disponían de varios animales para su sustento, entre ellos algún cerdo. El lugar que ocupaban en el corral se llamaba la cubil, allí se le alimentaba con todos los restos vegetales de la comida de la familia, generalmente se cocían antes de dárselo: restos de frutas, que antes sólo eran manzanas, restos de patatas, de berzas y de pan, fundamentalmente.
Se sacaba a las hembras hasta donde estaba el macho para que las cubriese. Las mujeres de Sariegos solían llevarlas hasta casa de Laureana, en la foto camino de Pobladura donde también se llevaban..
A pesar del progreso y de todos los adelantos, la matanza del cerdo sigue siendo el gran acontecimiento de otoño en la vida de muchas familias en nuestro municipio, como atestiguan algunas fotos que presentamos a continuación realizadas en las fechas en que este documento se redacta.
En septiembre, cuando el cerdo pesa 50 ó 60 kilos de peso, se le capa para que pueda llegar a alcanzar máas de 100 kilos. Además, los gochos machos si no se capan pueden dar problemas de mal sabor, se dice que sabe a verraco[1].
La noche anterior de la matanza se deja ayunar al gocho para que las tripas estén limpias.
En el otoño se compran las cebollas para las morcillas, si no se han cultivado en el huerto propio. Se prefieren las que en León se llaman “de horco”.
Dos o tres días antes de la matanza se compran los aliños y otros elementos para los embutidos: pimentón, pimienta para los salchichones, ajos, los mazos de tripas, sal gruesa, hogazas de pan para las morcillas, hilo para atar los embutidos, que serán de colores para identificar los salchichones, las morcillas, los chorizos picantes y los dulces. Las tripas, que hoy en día se compran (son de ternera), se meten en una cazuela con agua para desalarlas y ponerlas suaves y hay que darles la vuelta bajo un chorro de agua fría, lo que hacen las mujeres con mucha maña.
Antiguamente se usaban las tripas del propio gocho. Las mujeres iban a lavarlas a la orilla del río en Carbajal o en las fuentes. En Pobladura se lavaban en «LaFontanilla» porque el agua estaba más caliente que en el resto .En Azadinos las mujeres iban a lavarlas a «La Reguera» y las que vivían en el Barrio de Arriba solían ir a la zona de «Fuentes Grandes» . Las mujeres de Sariegos las lavaban en la zona de «Los Casarones«. Era una tarea ingrata pues el agua ya llegaba muy fría de las montañas; si el invierno se adelantaba, había que romper el hielo para poder lavar.
Recreación del lavado de tripas en fuentes y ríos.
También, previamente, se preparaba todo el instrumental necesario pues los chuchillos debían estar afilados y todo muy limpio: artesas, morteros, las máquinas de picar y embutir, calderas que eran de cobre y muy grandes, tablas para cortar, …
Se preparan, igualmente, los lugares para el trabajo, y se cuelgan los varales que han de sostener chorizos, salchichones y morcillas; también se prepara el lugar donde algunos embutidos serán ahumados, para su mejor conservación, evitar así la mosca y procurar su secado más rápido. El sabor a humo acabó constituyendo un valor en sí mismo para la mayoría de las familias.
El día que se mataba el gocho, ya al atardecer, las mujeres iban preparando las cebollas, pelándolas y partiéndolas en trozos menudos, y se pelaban los ajos para al día siguiente preparar jijas y mondongo. Igualmente, se partían las hogazas como «para sopas».
El gocho se coloca en un banco de madera que siempre es el mismo para tal fin. Para sujetar al gocho se necesitaban tres o cuatro personas fornidas. Normalmente, en cada pueblo había un matarife al que se le pedía acudir para matar al cerdo por su buen hacer, pero también en cada familia había un hombre que se especializaba en esa tarea.
Se le clava un cuchillo en la yugular y rápidamente, la dueña de la casa o la mujer en quien delegue coloca un cubo para recoger la sangre a la que no se para de dar vueltas para que no coagule pues será la base de las morcillas. En algunas ocasiones se hace una prueba con la sangre friéndola en fiyuelas de sangre, o cociéndola en tacos más gruesos que se podía guisar luego con vísceras y mucha cebolla.
Una vez muerto el gocho y retirado el cubo con la sangre se le quema ligeramente la piel (se chamusca) antes con unos cuelmos encendidos, hoy se pueden utilizar sopletes, para que quede bien limpio de pelos y desinfectado, después se raspa para quitar toda la piel chamuscada. Para raspar bien al cerdo se utilizaban restos de tejas viejas, de guadañas rotas,… y más actualmente se preparaba un instrumento con las chapas de las botellas de refrescos.
Una vez limpio, se cuelga al gocho por las patas de atrás, dejando la cabeza colgando, para que pierda los restos de sangre y poder trabajarlo con higiene. Se le da un corte longitudinal a lo largo de la tripa y se vacían todos los intestinos y las vísceras y se limpia por dentro.
La vejiga del gocho se dejaba para el entretenimiento de los niños, y pronto desaparecía de la vista.
Del hígado se corta un trozo que, junto con un trocito de carne se lleva al veterinario para que analice no tenga triquina pues es el lugar más fácil para verlo.
El gocho así limpio se solía dejar una noche y ya a primera hora del día siguiente se corta en piezas, se “estaza”. Se van separando las partes de carne de los huesos, algunos de ellos se usarán para hacer botillos (en el Bierzo) o yoscos (en la Montaña Occidental). Algunas partes de hueso como las costillas también se pueden adobar y colgar para curar y comerlas durante el invierno.
Algunas piezas grandes como el lomo o los jamones se pueden dejar enteros para curar. Si el invierno viene húmedo es probable que los jamones no curen bien y por ello se opta por picarlos y emplearlos para los salchichones.
La carne del despiece hay que dejarla limpia de manteca.
Una pieza que se coge con mucho cuidado es la que conocemos con de nombre de manto, es una especie de red de grasa muy fina que cubre las vísceras en el vientre del cerdo.
Toda la manteca se pone a derretir en la cocina vieja que también llamamos aquí cocinacha. Tiene muchos usos: para las morcillas, para las pastas de la matanza que luego se conocieron como “nevaditos” y que antiguamente era el único dulce de la Navidad, lo restos peores para hacer jabón… Los trozos más duros que quedan al derretirse se llaman chicharrones y se pueden utilizar en unas tortas de pan planas a las que se añadían y sobre las que se espolvoreaba un poco de azúcar por encima, o para hacer las migas que llaman del pastor, añadiéndoles en la sartén unas migas de pan y un poco de azúcar.
FABRICACIÓN DE EMBUTIDOS
Las mujeres mezclaban la manteca derretida con las cebollas y el pan y se hacía el “mondongo” para las morcillas que luego se embutían en tripas gruesas y atadas cortas. En León se hacían de dos modos según los lugares, bien se cocía el mondongo y luego se embutía o bien se embutía y luego se cocían las morcillas; en este caso, era conveniente picarlas bien por varios puntos para que no se abriesen en la cocción. Luego se colgaban en los varales dispuestos para ello y se utilizaban en los primeros meses del año bien para comerlas fritas o bien en los cocidos y potajes de habas.
Los chorizos: Con la carne bien picada y con mezcla de tocino se preparan las jijas o picadillo, que llevan su parte proporcional de sal, ajos machacados y pimentón, al gusto de cada familia, pero también lo suficiente para que los chorizos no se estropeen. Se deja este picadillo en una artesa, dándole vuelta cada poco para que el pimentón y la sal se distribuyan por igual. Normalmente se embuten al tercer día de la matanza. Se dejan reposar toda la noche bien tapado con una tela blanca de lino o algodón, y sobre ellas se hacía una cruz para protegerlas y que no se estropeasen.
Los chorizos se podían hacer con diferente grado de picor, al gusto de cada casa. Se ataban más cortos si se empleaban para el cocido, normalmente se utilizan más frescos y se ataban en tripas más largas si se iban a dejar curar para comer en crudo.
En ocasiones, se les echaba callos a los chorizos, y entonces se llamaban longanizas.
Salchichones: Para hacer el salchichón se emplea la carne de la pata que se puede curar para jamón. La familia decidía si utilizar estas patas para curar jamones o hacer salchichones. Si el año venía húmedo solían decantarse por el salchichón pues el riesgo de que el jamón se estropease era muy grande. Al igual que los chorizos se preparan con la carne bien picada y tocino, pero en lugar de llevar pimentón, llevan pimienta, que solía ir machacada en parte y en grano otra parte, y un vasito de vino blanco.
Chorizos y salchichones cuelgan de los varales para ser ahumados. Han de durar todo el año así que la dueña de la casa irá distribuyendo con mesura.
Lomo: El lomo se podía curar untándolo bien de agua con sal pimentón, se dejaba una noche con esta salazón y luego se colgaba. También se podía embuchar.
Jamones y paletillas se curaban dejándolos reposar una noche en agua con sal. Al día siguiente se les ponía una piedras encima para que soltasen toda el agua y restos de sangre. Después se colgaban para su secado.
Tocino El tocino era un bien apreciado pues siempre se echaba un buen trozo al cocido; eran tiempos en que el trabajo físico era mucho y no había miedo al colesterol. También se curaba la panceta, untándola de sal y colgándola al humo. Durante los días de la matanza los torreznos eran muy apreciados.
La manteca que no se utilizaba se guardaba en cazuelas de barro (en algunos lugares de la provincia de León se metía en la vejiga). También se empleaba para hacer el jabón de la familia, mezclándola con sosa y agua caliente. No había otro jabón, y siempre se encontraba algún trozo en los lavaderos o al lado de algunas piedras en las pozas de los ríos donde se iba a la lavar la ropa.
LA COMIDA DURANTE LA MATANZA
En los días que duraba la matanza se comían las partes del cerdo que peor se conservaban y también las pruebas de los picadillos (jijas) o del mondongo de la morcilla.
Normalmente las pruebas se tomaban a modo de “tapa” o entrante antes de las comidas. En la comida se tomaba el hígado encebollado, en ocasiones con sangre cocida, y también partes más pequeñas del lomo como el solomillo.
Este capítulo merece mención aparte, por su gran valor culinario, lo dejaremos para otra ocasión.
Picadillo preparado para su degustación.
ALGUNAS ANÉCDOTAS QUE NOS HAN CONTADO L@S VECIN@S DEL MUNICIPIO
En la actualidad, ya hay pocos vecin@s que realicen la matanza en sus domicilios, pero es cierto que en sus recuerdos todavía quedan muchas anécdotas tanto vividas como algunas que oyeron que se dieron en esta zona. Algunas de ellas son las siguientes:
No era muy habitual que sucediera, pero siempre se oía en la zona que algún gocho, pensando que ya estaba muerto, se salía del banco y empezaba a correr huyendo antes de que se le chamuscara. A los hombres les tocaba ir corriendo detrás de él para volverlo a llevar a su sitio.
Cuando llegaba el Domingo de Resurrección y se recogía el agua bendita, además de esparcirla por todas las habitaciones de la casa, se echaba en las cuadras y sobre los animales para protegerles.
Los niños esperaban con expectación que sacaran la vejiga para así llenarla con aire y jugar a la pelota.
Para que la carne su cure perfectamente existe la costumbre de hacerle una cruz cuando el picadillo está reposando en la artesa y se le tapa con una sábana de lino o algodón blanca, con la idea que sirva para proteger la carne.
Si la mujer tenía la menstruación se le prohibía, durante esos días, acercarse a las tareas de la matanza. Existe la creencia de que si lo hacía se estropeaba y eso provocaba que no hubiera alimento para el resto del año.
Uno de los momentos delicados en el proceso de la limpieza del gocho era separar la bilis del resto del hígado, ya que si se rompía , el hígado habría que tirarlo por el sabor que podría dejar.
Entre la matanza del primer gocho y del segundo se tomaban «las diez» que fundamentalmente se trataba de embutido: chorizo, lomo, queso, jamón.. acompañado de pan y vino. Era una manera de coger fuerzas para afrontar la mañana y el trabajo que quedara por hacer. También si sólo se mataba uno, al término de las tareas principales.
Durante toda la matanza era habitual tomarse unos chupitos de orujo, que siempre estaba a mano para cualquier momento de reposo. La matanza siempre debía de realizarse en lugares fríos para que la carne no se estropease (no la picase la mosca) y requería buenas constituciones físicas para soportarla. El momento de matar era más dinámico, pero remover el picadillo o embutir era tarea que hacía pasar mucho frío y el orujo servía para engañar al cuerpo porque, ya sabemos que calor no da.
Cuando se colgaba el gocho sobre una viga y se le dejaba que enfriase la carne antes de estazarle se le ponía debajo del morro un caldero, una lata , una pota…. para que fuera la sangre para allí y no manchara el suelo, y se le ponía en la parte de la mandíbula un trozo de madera para que quedara abierta.
Existía la costumbre de dar la prueba a la gente con la que existía amistad . Consistía en darle un poco de todo: carne, asadura, picadillo. Que alguien te llevara «la prueba» era recibida con gran alegría porque había un componente de generosidad.
Si el animal era hembra unos meses antes se le controlaba para que no coincidiese el día de la matanza de cuando estuviera berrona.
Era común los días de la matanza freír filetes de la carne del cerdo y el bazo, encima de la chapa de la cocina de carbón.
REFRANES DE LA MATANZA
Por San Martino mata la vieja el cochino.
Por San Martín, mata tu gorrín y destapa tu vinín
A todo gocho le llega su Samartino.
Con ayuda de mi vecino mató mi padre un cochino.
El ajo fino, por San Martino.
Por San Martino, mata el pobre el cochino y por San Andrés, el rico los tres.
Cuando se mata el gorrino, no se va a la escuela.
No llenarás bien la panza si no haces buena matanza.
Gracias a todos los informantes y a las personas que han facilitado fotos de algunos de los procesos.
[1]Verraco, al cerdo macho que se destina a la reproducción
DATOS DEL DICCIONARIO DE PASCUAL MADOZ 1845- 1850 S. XIX
El «Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar” fue una obra que el político Pascual Madoz Ibáñez (1806-1870) publicó, dedicando para ello quince años de trabajo y contando con la ayuda para su realización de veinte corresponsables y más de mil colaboradores. Se publicó en Madrid en dieciséis volúmenes entre 1845-1850.
Esta documentación recogida ha servido de base para muchos estudios, ya que se dejaron plasmados varios datos que hasta la fecha se desconocían sobre las diferentes poblaciones de España.
AZADINOS
«L. en la provincia, partido jud. Y dióc de León (1 leg.), ayunt. de San Andrés de Rabanedo. Tiene 1 parr. (Sta. Eulalia) servida por 1 cura párroco de segundo ascenso y libre colación; la presa de Bernesga, que corre por su térm. llano, da impulso á diferentes molinos harineros: PROD. Trigo, centeno, lino, legumbres, yerba y frutos.- POBL. 46 vec 187 almas: CONTR. Con el ayunt. (V.).»
CARBAJAL (Y VALLE ANTES DE CARBAJAL, DE).
«L. en la provincia, diócesis y partido judicial de León, audiencia terr. y c.g. de Valladolid, ayunt. de Cuadros, SIT. en un alto junto al r. Bernesga; con libre ventilación y CLIMA sano. Tiene igl. parr. (San Miguel), servida por un cura de primer ascenso y presentación del duque de Uceda. Confina N. Villalbura; E. el despoblado de Valle; S. Pobladura de Bernesga, y O. Campo y Santibáñez. El TERRENO es montuoso en su mayor parte, cubierto de algún arbolado; le fertilizan algún tanto las aguas del Bernesga. Los CAMINOS, locales a excepción de la carretera que desde Madrid dirige a Oviedo y Gijón. PROD.: trigo, aunque no en abundancia, centeno en mayor cantidad, legumbres, especialmente garbanzos, a que se han dedicado los vec. de algunos años a esta parte, por ser de muy buena calidad y tener bastante salida; cría ganado vacuno, lanar y cabrío y algún mular y asnal. POBL. RIQUEZA y CONT. (Y el art. de ayunt.)»
POBLADURA DEL BERNESGA
«L. en la prov., part. jud. y dióc. de León, aud. terr. y c. g. de Valladolid, ayunt. dé San Andrés de Rabanedo. SIT . en un llano en el valle titulado de Bernesga , su CLIMA es bastante sano. Tiene 42 CASAS ; igl. parr. (San Román) servida par un cura de ingreso y presentación del concejo y ve c del pueblo y del ordinario, y buenas aguas potables.» Confina con TÉRM . de Carbajal, Sariegos y Lorenzana. El TERRENO es algo pantanoso y le fertilizan las aguas del Bernesga. Hay arbolado silvestre y frutales. Los CAMINOS dirigen a los pueblos limítrofes, PROD. : granos, legumbres, lino y pastos; cría ganados, alguna caza, y pesca de truchas, anguilas y otros peces, POBL.: 42 vec. 44 alm. CONTR . -. con el ayunt.»
SARIEGOS
«L. en la prov., part. jud. y dióc. de León (1 1/4 leg.), aud. terr. y c. g. de Valladolid, Ayunt. de San Adrían (Andrés) del Rabanedo. SIT. en llano, en el valle de Bernesga; su CLIMA es bastante sano. Tiene 38 CASAS; escuela de primeras letras; igl. parr. (San Julián) servida por un cura de segundo ascenso y presentación del marqués de Castel Moncayo, y buenas aguas potables. Confina con Azadinos, Ferral, Pobladura y r. Bernesga. El TERRENO es de buena y mediana calidad, y le fertilizan las aguas del mencionado Bernesga por medio de una presa. Los CAMINOS son locales: recibe la CORRESPONDENCIA en la cap. PROD.: granos, legumbres, lino, frutas y pastos; cría ganados, y alguna caza y pesca, POBL.: 30 vec., 143 alm.. CONTR.: con el Ayunt.»
Anteriormente a la formación del Ayuntamiento de Sariegos, existían en León las “Hermandades concejiles” que fueron instituciones medievales que crearon los concejos a partir del siglo XIII para la defensa de sus intereses, y que llegaron a ejercer funciones legislativas, ejecutivas y hasta judiciales en sus territorios.
Las hermandades desaparecieron ante las pretensiones de Alfonso XI, ya que impuso el Ordenamiento de Alcalá en 1348, lo que supuso la unificación legislativa de la Corona, así como difundió el sistema de Regimiento, que fue el embrión de los actuales ayuntamientos. Pero esta disolución con los años y dependiendo de la subida al trono de otros reyes, supuso el volver a iniciar una organización que servía como fuerza de orden público, para alistar a los súbditos a la guerra y contribuir al pago de impuestos.
Nuestro municipio formó parte de la Hermandad del Bernesga de Arriba, que estaba compuesta por 7 pueblos (Cabanillas, Cuadros/Villalbura, Campo/Santibáñez, Pobladura del Bernesga, Sariegos, Azadinos, Carbajal/Valle).
Dicha Hermandad del Bernesga de Arriba existió desde 1692 hasta 1837 (se tratará su origen y formación en posteriores artículos).
En 1821 la Diputación de León había configurado la división de la provincia en ayuntamientos, pero fueron tiempos donde hubo muchos vaivenes políticos y donde a la administración provincial le tocó organizar a los diferentes territorios.
Así en 1836 se publica el “Arreglo provisional de ayuntamientos de la provincia de León”, donde seríamos el ayuntamiento octavo con sede en Sariegos integrado por los siguientes pueblos:
Sariegos, Pobladura, Carbajal y Valle, Azadinos, Campo y Santibáñez, Cascantes, San Andrés del Rabanedo, Villabalter, Valsemana, Cabanillas, Cuadros y Villalbura, Trobajo del Camino, Lorenzana, la Seca y el Ferral.
A este ayuntamiento que estaba compuesto por 15 pueblos le correspondían 9 electores. Para su organización se necesitaba un alcalde, dos alcaldes pedáneos por pueblo, 6 regidores y 1 procurador síndico.
En 1839 San Andrés del Rabanedo no forma parte de este 8º ayuntamiento.
Se sucedieron posteriores modificaciones y según el “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar”, Carbajal y Valle no pertenecían al Ayuntamiento de Sariegos, formaban parte del Ayuntamiento de Cuadros y Pobladura del Bernesga, Sariegos y Azadinos, junto con Villabalter, Trobajo del Camino y Ferral estaban incluidos en el de San Andrés del Rabanedo.
La falta de entendimiento y problemática al ser tantos pueblos, hizo que los alcaldes pedáneos de Carbajal de Legua y de Azadinos y de otros pueblos, hicieran reclamaciones para que les dejasen unirse de otra manera. Fue la Diputación de León en vista de lo que ocurría la que encargó a dos diputados (Isidro Llamazares y Jose Escobar) un estudio sobre esta materia
Como resultado de este estudio se produce la formación de nuestro actual Ayuntamiento de Sariegos, creado por Real Orden de 8 de octubre de 1853, en el Boletín Oficial de León, con fecha 16 de noviembre de 1853, donde queda registrado el 9 de noviembre de ese mismo año.
Fotografía en blanco y negro del primer ayuntamiento de Sariegos cedida por Joaquín Aller; a la izquierda, en color, el segundo edificio que se construyó y a la derecha el actual.
Lo que en la actualidad se conoce como Juzgado de Paz, calle Real 34 (Sariegos) fue un ayuntamiento que se acabó de construir a finales de año 1990 . Sufrió un incendió el 12 de octubre de 2001, donde se quemó parte de la documentación municipal. En 2006 con una aportación del ejecutivo autonómico (553.000 €) se ampliaron las instalaciones. El nuevo consistorio, calle las Barreras 45 (Sariegos) se inauguró el 24 de marzo de 2007 con una obra subvencionada de la Junta de Castilla y León de 850.000 €.
DOCUMENTACIÓN:
ALVAREZ OBLANCA, WENCESLAO: “Azadinos, Apuntes para su historia”. Ed. Lobo Sapiens/978-84-934591-7-8. 2006
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