La tradición del Carnaval en el municipio de Sariegos

El carnaval en una fiesta popular que se celebra sobre todo en los países que tienen una tradición cristiana y se inicia justo unos días antes de la Cuaresma. No hay fecha fija, depende del calendario litúrgico, pero suele ser entre febrero y marzo. Significa «despedida de la carne» ya que hace referencia a que a continuación llega la época de la Cuaresma hasta la Pascua donde los cristianos evitan comer carne roja.

El carnaval se suele festejar desde el domingo hasta el martes, antiguamente el día más significativo era el martes de carnaval. Son días donde la gente aprovecha para disfrazarse de aquellos personajes que les gusta, se ocultan identidades, se usan máscaras y ropas diferentes… todo ello marcado por las ganas de divertirse y mezclado con colorido, risas, ilusiones, y sobre todo mucho humor.

La gente que se disfraza tiene diferentes motivos: para ser otr@s, para divertirse, para socializar, para romper normas, para hacer lo que nunca hacemos… Lo cierto es que nos puede gustar más o menos, pero esta celebración se viene repitiendo año tras año donde las diferentes generaciones han dejado su huella sobre todo a nivel rural.

Durante el franquismo se prohibió el carnaval, el último fue en 1936. En la época de la guerra se consideró que no era muy conveniente exteriorizar las alegrías. Ya cuando acabó la guerra se promulgó una orden el 12 de enero de 1940, en la que se seguía con dicha prohibición. Much@s vecin@s de nuestra zona que nacieron en los años 50 recuerdan ahora entre risas como se disfrazaban a escondidas esos días y el miedo que tenían por si acaso les pillaban, siempre se oían casos que avisaban que los mozos de la zona andaban con caretas. Fue en 1977, pasados dos años de la muerte de Franco, cuando se volvieron a celebrar las fiestas de los carnavales en España con plena libertad.

El municipio de Sariegos no es ajeno a otras zonas de León, pero no tiene testimonios fotográficos o escritos, que se sepan, sobre tradiciones tan arraigadas como en Velilla de la Reina, Llamas de la Ribera, Sardonedo, Alija del Infantado, La Urz, Riello… Tal vez sí pudo haber ese tipo de representaciones populares, pero a día de hoy no se ha podido comprobar con testimonios fehacientes. Pero hasta nuestros días sí que han llegado canciones que se cantaban en Carnaval. Se reunían en un lugar céntrico del pueblo, que solía ser en la zona de las escuelas y allí llegaban niños y algún adulto, porque el carnaval no entiende de edades, las ganas y el humor está en cada persona independientemente de la edad.


No había dinero para comprar disfraces ni nada parecido, se solían vestir de «guirrios» y de «gitanas» con ropa vieja que pudieran encontrar por casa y aprovechar ropa antigua de «rodaos» y pañuelos que eran de las abuelas. También era común que los chicos llevaran caretas de cartón que solían comprar en León.

Se solía recorrer las calles del pueblo e ir a los pueblos cercanos. Según testimonios recogidos por la Asociación Sociocultural «La Panzuela » de Pobladura del Bernesga en su revista » Pregunta a tus mayores» 2008, aparece la siguiente información: «El domingo, después de comer, era la hora de empezar los preparativos para la gran transformación. Una vez disfrazados, se recorría las calles del pueblo, pasando casa por casa, cantando una canción y, a cambio, recibían aguinaldo, como huevos, patatas, chorizo, caramelos, rosquillas y alguna moneda, con lo cual, una vez pasados estos días, se reunían para poder celebrar una merienda con todo lo recolectado. El martes de carnaval, se volvía a salir disfrazado de diferente manera y lo que se sacaba de pedir por las casas se añadía a lo del domingo anterior».

«Antiguamente, no había dinero para comprar trajes para el carnaval. Así que había que desarrollar la imaginación. Era muy común que, tanto hombres como mujeres, se disfrazaran de «guirrio». Esta palabra hacía referencia a una forma de vestirse muy peculiar. Así el martes de carnaval, la persona que se disfrazaba de guirrio se ponía un sombrero, visera… roto. La cara la pintaban de carbón o tapada con alguna tela, para que nadie les pudiera reconocer. Alrededor del cuello ponían, a veces, cencerros; así cuando andaban o se movían éstos hacían ruido. En la parte del torso solían buscar aquellas cosas más estrafalarias, rotas (entre más roto, mejor), una chaqueta de colores, con o sin mangas, o una gabardina con el forro al revés. Colocaban en los ojales latas colgando o plumas. También se ponían una zamarra de pastor, toda pelada. Para que nadie les conociese, ponían almohadas, para desfigurarse: jorobas, barrigas y pecho era lo más común. Para la parte de abajo buscaban los pantalones más rotos que hubiera; también había gente que se ponía calzoncillos largos de invierno. Un detalle que hacían era colocar «un moquero» blanco, saliendo de la cremallera del pantalón. En los pies calzaban alpargatas distintas. Todo ello para llamar la atención y despistar al personal»

Hasta nuestros días han llegado alguna canción ésta la cantaban las mujeres de Sariegos en los días de carnaval al son de panderetas y castañuelas :

Al subir por Valdepegos , y al bajar a la Calera, visitamos estos pueblos, capital de la ribera. Ya está, ya está, la música bien formada, para pasar divertidos, los días de carnaval.

LOS CARNAVALES DE LA ÉPOCA DE LOS AÑOS 80 Y 90 EN AZADINOS

( Por Lorena Marcos)

Supongo que como en los demás pueblos del municipio, se solían celebrar el sábado antes de carnaval, por las calles de los pueblos, nos juntábamos todos en las escuelas y recorríamos por las calles en las que los vecinos nos daban una propinilla con la que al sábado siguiente celebrábamos una merendona en algún local de alguna casa del pueblo. Recuerdo con mucho cariño, y todos los de mi época lo recordamos, a Celia (teatro) ya que era muy generosa, y no nos dejaba marchar de su casa hasta que no nos veía uno por uno, nos daba un beso y un «bollicao».

Más de una vez, celebramos la merienda que nos preparaban nuestros padres en el local de su casa, era toda una fiesta.

El martes de carnaval ,íbamos disfrazados al cole ya que, de aquella, sí había clase, y luego, solíamos ir a ver el carnaval a León con nuestros padres.

Maravillosos años, lástima que esas costumbres, se hayan ido perdiendo un poco, porque, aunque algo hacen, lo que no tienen es la unión de jugar en la calle.

Saludos cordiales

DOCUMENTACIÓN:

ÁLVAREZ SIERRA, SANTIAGO: Pobladura del Bernesga (1976 a 2001). Doc. sin publicar. p. 26

Recuerdos del «Pradón de los Monjes»

Recuerdos de un vecino del municipio:

Voy hacer un pequeño recordatorio de los orígenes de esta finca que estuvo regentada por una congregación religiosa y que, por la ley promulgada por el gobierno de la época denominada “Desamortización de Mendizábal”, allá por el año 1798, estos bienes de congregaciones religiosas (procedentes en su mayoría de donaciones), fueron expropiados por el gobierno, saliendo a la venta en subasta pública con el agravante del que los adquirieran quedarían excomulgados por la Iglesia Católica. Una vez realizada esta salvedad, la compra fue hecha por un contratista de carreteras de la época, a principios del siglo XIX, de apellido Guisasola a quien no importaba mucho que le imputaran por este hecho y los dedicó principalmente al recreo y cultivo de diferentes productos agrícolas ya que eran tierras muy fértiles y poseía abundantes canales de agua, que se surtían de la Presa del Bernesga y siempre disponían de personal para su cultivo.

Esta finca fue regentada por esta familia hasta finales de la década de los años 60 (Siglo XX) aproximadamente. Esta finca estuvo bastante conservada en sus orígenes, poseía grandes paseos que la recorrían de norte a sur con abundantes árboles frutales y plantas ornamentales que servían para alegrar el paseo a sus propietarios.

La edificación que en ella se encuentra se utilizó como un lugar de recogida y meditación, por la orden denominada «Los caballeros de Santiago» y como albergue de peregrinos durante el siglo XIX y anteriores,

La finca “el Padrón” tenía una capacidad de 10 Hectáreas de terreno de cultivo de regadío, cercada perimetralmente con una valla de piedra de canto rodado sacado principalmente del rio Bernesga, de una altura aproximada de 2 metros. En su interior existían varias edificaciones que se utilizaban en sus orígenes para albergue de peregrinos y establos para las caballerías que utilizaban, el acceso a la finca era a través de una entrada que estaba situada al este de la finca donde comunicaba con el terreno comunal de Azadinos llamado Alisar y desde éste hacía el rio Bernesga, una vez cruzado el mismo, por una senda  denominada «camino de Santiago» se comunicaba por el cauce del río hasta el Hostal de San Marcos, se cree que había una dependencia entre estos por ser utilizados para los mismos fines (Albergues de Peregrinos).

Poseía una puerta principal situada al Norte que era el acceso principal de dicha finca que lindaba por el oeste con la carretera de Caboalles y varias edificaciones que eran utilizadas por el personal que trabajaba en la finca (caseros, jardineros y empleados de labranza).

Una vez traspasado portón con un arco de piedra y en su parte superior labrada una cruz que hacía referencia a la cruz del Apóstol Santiago, una vez traspasada y ya en su interior, había un gran patio cerrado donde todos las edificaciones tenían acceso al mismo, este estaba empedrado para el paso de caballerías, los aposentos se distribuían de la siguiente forma:

En el ala izquierda, una gran nave de una planta construida en adobe, se utilizaba para guardar las caballerías, en ella, los propietarios que adquirieron esta finca guardaban varias parejas de bueyes que utilizaban para la labranza.

En el ala derecha se encontraba la vivienda principal que constaba de 2 plantas se cree que fue la más importante del conjunto de la edificación; en línea con esta, había varios aposentos, un salón de descanso con decoración en sus paredes de escudos de armas y un mobiliario con sillones de madera y tapizados en terciopelo,  a continuación una pequeña capilla adyacente a esta, había otros aposentos que utilizaban como vivienda de verano los propietarios.

Contigua a la nave de la izquierda donde se guardaban las caballerías existía un cementerio con sus tumbas y cruces en las mismas que algunas se leían los nombres de los fallecidos recuerdo algunas inscripciones eran nombres principalmente franceses, posiblemente estas sepulturas fueran de peregrinos que enfermaron y fallecieron en el lugar.

Existía otra nave con vistas a este patio interior de dos plantas construida en adobe que servía para almacenaje de forrajes.

Ahora los restos de este edificio, prácticamente reducidos a la puerta principal, han sido reconstruidos para evitar la demolición total.

FOTOGRAFÍAS:

Algunas de las fotografías arriba presentadas han sido tomadas de las siguientes publicaciones:

Diario de León-22-8-2017- Fotografía de Marciano Pérez

Diario de León-15-06-2016-Fotografía de Pablo Rioja

Noticias Jacobeas-24-8-2017-Fotografía de Otero Perandones