Alfredo Álvarez Álvarez nos narra la celebración de la octava del Corpus en Sariegos:
«Esta es la Fiesta Mayor de Sariegos. Vamos a referir como se desarrollaba entre los años veinte a los cincuenta, que es la época en el siglo en la que podemos atribuirle quizá un mayor dinamismo y una mayor participación de los sarieguenses. A lo largo de este período había dos días de fiesta, el domingo y el lunes. El domingo empezaba con un pasacalles, a cargo de dos tamboriteros contratados por los mozos para la ocasión. Es necesario aclarar que los emonumentos que percibían dichos tamboriteros eran costeados por los propios mozos. Las mozas, a su vez, corrían con los gastos de confección de la Rosca. Así pues, los dos tamboriteros, con tambor y dulzaina, se encargaban, como ya se ha dicho, del pasacalles matutino, momento agradable que transcurría entre alegrías y cohetes, hasta uno de los momentos culminantes y más definitorios de la Fiesta, el de la Misa, en la que también participaban los citados tamboriteros.
Para la procesión, el mayordomo de la Iglesia o el Presidente, cuando el mayordomo desapareció, había cortado espadañas y tomillos con los que se había alfombrado el camino. También habían colocado ramas de chopo en las paredes del recorrido. Las mozas sacaban a hombros a la Virgen del Rosario o a la Inmaculada, mientras los mozos volteaban las campanas sin descanso.
Después de la Misa quedaba, como momento ritual, la comida. Esta consistía, allá por los años treinta, en un cocido seguido de algún guiso, para concluir con mazapán y pastas. Terminada la comida, el pueblo se dirigía al entonces inexistente barrio del Cuesto, donde los mozos corrían la Rosca. Esta era una actividad necesaria para identificar a la fiesta e incluso a alguna otra celebración como la boda, según se ha referido anteriormente. En Sariegos, se corría haciendo competiciones de dos mozos, cogiendo ambos un pequeño palo a la salida para evitar que hubiera salidas falsas. Al final, sólo un mozo podía alzarse con el premio, que solía ser media rosca, la otra media se reservaba en general para los niños.
Después de la Rosca comenzaba «el baile» en el que se bailaba preferentemente la Jota, que se prolongaba hasta el momento de la cena, una cena que podía consistir en carne con arroz, y posteriormente los más jóvenes volvían a bailar, esta vez en la Plaza del Barrio de Abajo, hasta entrada la madrugada.
Ya el lunes, era y sigue siendo importante la misa de difuntos. Se trata de incorporar a los difuntos a la propia fiesta. Por lo demás las cosas transcurrían poco más o menos como el domingo, con Rosca y Baile.»
A continuación podemos disfrutar de unas fotos de celebraciones más recientes donde la procesión se acompañaba con la presencia de los pendones de los pueblos de alrededor:
En el Aula de la Mujer de 1999 nos contaron:
Había una misa con procesión, las calles se enramaban con ramas de árboles, el suelo con espadañas, tomillo y flores, las ventanas y balcones con colgaduras, con colchas y sábanas y lo mejor que tenía cada vecino por donde pasaba la procesión, y no faltaba un altar para hacer una parada en el camino. Los mozos llevaban a San Antonio y las mozas a la Virgen. Se realizaban juegos tradicionales como el corro de lucha leonesa, la carrera de rosca y el juego de bolos. Se comía mazapán (bizcocho).
DOCUMENTACIÓN:
ALONSO PONGA, JOSÉ LUIS: Las fiestas del Corpus en Castilla y León: Cambio y evolución cultural en las scciedades rurales y urbanas. SALAMANCA, Revista de Estudios, 51, 2004, pp. 227-241.
ISSN: 0212-7105
ALVAREZ ALVAREZ , ALFREDO (1994): El pueblo de Sariegos; pasado y presente. Historia, ritos, arte y convivencia. LE- 730- 1994
AULA DE LA MUJER (1999) organizada en Sariegos por el CEAS de La Magdalena y la asociación San Julián Mártir, siendo monitora Carmen García Aradas
Fotografías facilitadas por :
Alfredo Álvarez Álvarez
Enrique Aller Aller
Mar Ordóñez Álvarez
Roberto Aller Llanos
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