Santiago escabechero. Una celebración democrática en Pobladura del Bernesga en el s. XVIII

Así nos lo contó D. Juán José:

Saludo a vuestras mercedes, que Dios les guarde muchos años. Me presentaré: Soy Juan García, vecino de Pobladura del Bernesga y Fiel de Fechos de la Hermandad del Bernesga de Arriba -con sede en esta población-, por elección, durante tres años consecutivos, desde 1735 a 1738. Mis tareas son redactar todas las actas de las Juntas, así como dar lectura a las Justicias de todas las ordenanzas que se reciben en la Hermandad; asimismo, obra en mi poder una de las llaves del archivo de la Hermandad… Perdonad que todavía os hable en presente de mi persona, después de tanto tiempo de haber ejercido… y de haber pasado a mejor vida. En mis días fui, por así decirlo, con palabras de vuestro tiempo, el Secretario de la Hermandad.

Os he de confesar que he sido importunado en mi eterno descanso por el señor Cura a vuestro cargo, para que hable a los miembros de no sé qué Asociación del pueblo… ¡Ah, sí: La Panzuela! –es curioso, en mis tiempos ése era el nombre de un prado con forma de “pancita” que había a las afueras del pueblo-, sobre la fiesta que, con motivo de la elección de las nuevas Justicias, la Hermandad celebraba anualmente, el día 25 de Julio, día de nuestro santo patrono Santiago… Santiago de la Hermandad o Santiago “escabechero”, así llamado, no por la supuesta escabechina de moros que se le atribuye, cosa harto improbable, dado que un santo no puede ir por ahí matando a nadie, sino por el escabeche que se repartía ese día entre todos los vecinos de la Hermandad asistentes al evento, junto con abundancia de pan y de vino, y con cargo a las arcas de la propia Hermandad.

He dicho “importunado”, sí, más con gusto os lo referiré todo, pues, desde que se hicieron los nuevos ayuntamientos, en el año 1837, y se disolvieron las Hermandades, no ha vuelto a celebrarse ni una vez más tan fraternal acontecimiento, que hermanaba a los siete pueblos que constituían nuestra querida Hermandad. Perdonad que utilice para ello este viejo papel de oficio de veinte maravedíes del rey Fernando VII, pero no tenía otro papel a mano en que recoger el discurso de mi relato. A ver… ¿Cómo rezaba aquella acta de mi primer nombramiento como Fiel de Fechos…? ¡Humm!… Dejadme pensar un poco, pues ha pasado mucho tiempo… ¡Ah, sí!

Corría el año de Gracia de 1735, en pleno reinado del Rey, nuestro señor, D. Carlos III de Borbón; era la festividad de nuestro santo patrono Santiago. Las campanas de la iglesia del Señor San Román, nuestro santo patrono, repicaron a fiesta para congregar al pueblo a la Santa Misa y disponerlo, después, para acoger, al pie de la iglesia, en la explanada existente al otro lado del Camino Real, a los vecinos de los otros seis pueblos de la Hermandad, que venían precedidos de sus altos y multicolores pendones desplegados al viento; los cuales, al vislumbrar la espadaña de la iglesia, hacían sonar sus tambores y dulzainas, con sones de fiesta, mientras que el repicar de campanas acompañaba a los instrumentos de nuestro pueblo. ¡Qué feliz algarabía!

Los pendones esperan ante la iglesia parroquial de Pobladura del Bernesga

Llegadas todas las comitivas a la explanada, se hacían chocar con suavidad los extremos de los mástiles de los pendones en señal de saludo fraterno entre pueblos, los Justicias se saludaban con el apretón de manos y los músicos de cada pueblo pasaban a engrosar un único grupo de tambores, dulzainas, flautas, panderos y panderetas, que tras el acto oficial, amenizarían la jornada. Después, los alféreces que portaban las enseñas, hacían descansar sus pendones, todos juntos, contra la espadaña del templo y, puestos todos los concurrentes al acto, en un único cerco, en torno a las salientes autoridades, el Fiel de Fechos saliente daba comienzo a la Junta General de la Hermandad, leyendo el bando que constituiría, después, el acta notarial de ese día:

En la junta general que se hace el presente día Veinticinco de Julio del presente año de Mil setecientos treinta y cinco, que es el día señalado en que esta Hermandad tiene costumbre de nombrar Alcaldes, Procuradores y Diputados para el gobierno y observancia de sus ordenanzas hasta el año que viene, mismo día y mes; en el sitio acostumbrado, que es junto a la iglesia del Señor San Román, patrono de esta iglesia de Pobladura, y estando la mayoría de los vecinos de los siete lugares de esta dicha Hermandad juntos en dicho sitio y al efecto de nombrar las Justicias, los Señores Alcaldes presentes, junto con los vecinos, nombrarán cuatro hombres de cada lugar, los más ancianos, para que junto con los Alcaldes, Procuradores y Diputados presentes nombren dichas Justicias.

Y apartándose al sitio que llaman el Vallejo y estando en silencio, nombrarán a los Alcaldes del estrado de hijosdalgos, Procuradores y Diputados. Se nombrará uno por el partido de arriba (Cabanillas, Cuadros-Villalbura, Campo-Santibáñez) y otro por el partido de abajo (Pobladura, Sariegos, Azadinos y Carbajal-Valle); también se nombrarán dos Procuradores de los mismos pueblos que los Alcaldes y siete diputados, uno por cada pueblo. Al finalizar la reunión, se nombrará una persona que sepa leer y escribir, como Fiel de Fechos, por el mismo periodo de tiempo».

Terminada la lectura de dicho bando, eran nombrados, de entre los más ancianos de los siete pueblos, aquellos cuatro representantes de cada lugar, que, en compañía de las Justicias salientes, iban a salir en comitiva hacia el Vallejo -una suave hondonada existente entre la extensa era de labor y los escarpes del teso donde se asentaban los restos de una vieja torre de tapial y antiguas tapias de cal y canto, que los mayores atribuían a la existencia de un olvidado ayuntamiento medieval, pero que los propios moros reclamarían tan suya como la fuente a la que, un día, unieron aquella posición defensiva mediante un túnel… y ¡qué moros alfombrarían sus casas con mosaicos de colores, más que los romanos en sus ricas villas y mansiones!-…, pero esa es otra historia.

Perdonad las divagaciones de este pobre anciano… ¿dónde íbamos?… ¡Ah, sí!, la comitiva… La comitiva de ancianos y Justicias salientes iba seguida, indefectiblemente y desde lejos, por una turba curiosa de niños y pícaros mozalbetes que, zafándose del servicio comunitario y a escondidas, querían saber qué era lo que allí se cocía -pues estaba terminantemente prohibida toda concurrencia de extraños al acto de la elección-, hasta que eran atraídos, nuevamente a la explanada, por los mozos más mayores, a punta de vara o tirón de orejas y a empellones, mientras que las mujeres se encargaban de hacer las raciones de escabeche, las mozas, de partir el pan y los hombres que no repartían el vino, de hacer apuestas, mano sobre mano, sobre los futuros elegidos y las previsibles consecuencias que ello les acarrearía.

Cuando la comitiva regresaba, era recibida con todos los honores por los instrumentos de los siete pueblos al unísono y, con los pendones enarbolados y la gente reunida en torno a las nuevas Justicias, el Fiel de Fechos entrante -en aquella jornada, un servidor- avanzaba, destacándose de entre las demás Justicias y vuelto hacia ellos, daba cuenta de los nuevos nombramientos que, por un año, habrían de regir los destinos de la Hermandad. Cada nombramiento solía ser coreado por todos, especialmente por los paisanos del elegido, aunque siempre solía haber algún disidente que se consolaba diciendo: “Es sólo por un año; el próximo año, quizás…”. Después, los nuevos Alcaldes, al unísono, daban gracias a Dios nuestro Señor y a nuestro santo patrono Santiago por las elecciones habidas y mandaban dar comienzo a la pitanza de escabeche, pan de leña y vino cosechero, que llenarían los estómagos y alegrarían las almas, preparándonos a todos para los bailes y danzas de la sobremesa.

Ya a media tarde, las comitivas de los distintos pueblos, precedidas por sus pendones, emprendían el regreso a sus hogares, tras un día de intensas emociones y de compartir fraterno, entre gritos de “adiós, amigos” y “de aquí a un año”, y cantos de despedida, dedicados a Nuestro Santo Patrono Santiago… ¡Qué tiempos aquellos!… que no, por pasados, fueran mejores, como aventuraba Jorge Manrique, aquel poeta medieval.

´Texto redactado por D. Juan José Cepedano Flórez CMM, cura párroco de la iglesia parroquial de Pobladura del Bernesga durante los años 2002 al 2009 con ocasión de la celebración de San Roque en 2008.

Fiesta de San Roque en 2008 con D. Juan José en el centro. Momento en que reúne de nuevo a los pueblos de la Hermandad del Bernesga de Arriba para rememorar la unión y proceso democrático que se celebrara en Pobladura del Bernesga en la fiesta de Santiago en el s. XVIII.

PARA SABER MÁS:

DIARIO DE LEÓN (15 DE ABRIL DE 2009, 9:57 ): Las justicias se impartían en El Vallejo