El trabajo de la mujer para la provisión del vestuario a lo largo de la historia de nuestro municipio.
En las últimas entradas en este blog en el que tratamos de transmitir todo lo relacionado con el patrimonio material e inmaterial del municipio de Sariegos, hemos dedicado varias publicaciones a labores del campo. Hoy, 15 de octubre, día Internacional de la mujer rural, no vamos a insistir en aquellas tareas relacionadas con la agroganadería que la mujer rural realizaba, o realiza, en nuestros pueblos. Llega el invierno y las tareas en las casas rurales se realizan más en el interior; sin dejar de prestar atención al ganado que proveía de recursos a la familia, o a la ganadería cosechando los productos de la huerta de invierno o preparando el terreno para el cultivo del cereal, la mujer se dedicaba a tareas que, resultando obvias («sus labores») pasan desapercibidas pues nunca fueron consideradas en su total valía como aporte económico a la gestión familiar, ni mucho menos como un aporte real, que lo fue, a la economía del país. El poder adquisitivo y la provisión de recursos actuales nos hacen olvidar estos aportes sin una valoración real.
Estamos hablando de las tareas relacionadas con la costura, la confección de vestidos, las labores de tejer o ganchillar; todas ellas tareas que no se pueden aglutinar en un nombre concreto sin que vengan a nuestra mente conceptos más profesionalizados relacionados con la alta costura; si hablamos del término «corte y confección» seguro que no pensamos en la labor de aquellas mujeres que hacían prendas perfectas para sus hijos e hijas, sino que a nuestra mente llegarán imágenes de sectores profesionalizados de la moda.
Hasta tal punto resulta poco valorada esta labor de la mujer, fundamental hasta el siglo pasado para la subsistencia familiar, que nos ha resultado muy complejo acceder a sus cestas de labor, a sus acericos y rincones de trabajo, pues parece resultar casi tan absurdo como solicitarles una fotografía de un estropajo o de un rincón de limpieza. ¿Dónde está la gracia o qué es lo que hay que enseñar? La mayoría de las personas pueden recordar lo que es una hoz o una guadaña, y no resulta nada complejo acceder a estos aperos, pero, fotografiar unas agujas de tejer «aguja de media» o de ganchillo parece no tener valor en absoluto y, si bien es cierto que este material lo encontramos actualmente en una mercería sin problema alguno, no es menos cierto que podemos adquirir con la misma facilidad una azada o un escabín.
El filandón
El Filandón de León fue elegido en 2009, por votación ciudadana, como Tesoro del Patrimonio Cultural Inmaterial de España, según informó el Bureau Internacional de Capitales Culturales.
«Filandón», («fiandón», «filorio», «hilandorio», «hilandera») es una vieja palabra dialectal leonesa de etimología latina, derivada de ‘filum’, hilo, que designa las reuniones nocturnas en que las mujeres hilaban, mientras los asistentes se contaban cuentos, chistes e historias diversas, y se cantaban canciones tradicionales al son de los instrumentos de la zona correspondiente».
Los productos básicos de lana y lino
Las familias del muncipio de Sariegos, como la práctica totalidad de la provincia de León, tenían una economía de subsistencia hasta el siglo XX. La mayor parte de los tejidos que precisaba la familia se realizaban utilizando la lana o el lino como materia prima, bien para la confección de vestuario, para la confección de sábanas o para apoyar el trabajo del campo realizando quilmas de lino para el transporte de grano y harinas; eran tejidos en los propios domicilios o en telares comunales.
De la producción de lino encontramos referencia en el Diccionario Encoclopedico de Pascual Madoz cuando cita las localidades de Azadinos, Pobladura y Sariegos en los que se produce lino:
Igualmente, se cita en el diccionario en las entradas que se refieren, la cría de producto lanar, que en pequeña cantidad se mantiene hasta nuestros días, aunque la cría de ovejas ya no se utiliza para la producción de lana.
El «punto»
Se denomina hacer punto a la labor de tejer con «aguja de media» jerseys o calcetines. Como señalamaos en el apartado anterior, hasta principios del siglo 20 la lana se esquilaba en los pueblos, se hilaba y se tejía. Posteriormente, ya se adquirían en la ciudad de León, lanas de diversos colores. Normalmente, se tejían las chaquetas, jerseys y calcetines de los niños en la familia.
La ropa pasaba de hermanos mayores a los pequeños cuando los había; si se desgastaban o rompían las prendas o nadie las podía aprovechar ya, se deshacían, se ponían las madejas al vapor para quitar las marcas del tejido y se devanaban. Esta labor la recuerdan las hijas, o hijos pequeños, que debían pasar horas con las manos colocadas sujetando la madeja para que la madre «adovanase» el ovillo; luego, se volvía a tejer sólo o mezclado con otros colores si se precisaba hacer una prenda mayor.
El tejido de punto se ha conservado hasta la actualidad en la confección de ropa de bebé, tal vez por resultar prendas de menor tamaño o porque mantienen un valor dado su trabajo «preciosista». Este tipo de prendas está muy considerado en algún país de Europa y mujeres leonesas incluso exportan sus labores.
El ganchillo
El tejido de ganchillo se utilizaba sobre todo para la elaboración de prendas para el hogar: cogines y mantas o colchas. En la mayoría de los casos, el ganchillo servía para el aprovechamiento de las lanas que ya no podían ser utilizadas para los jerseys, tal vez por quedar en pequeñas cantidades, por lo que se mezclaban en un alegre revoltijo de color para la confección de estas prendas.
Alrededor de los años 70 u 80 se impuso la moda de tejer colchas de hilo de algodón para las camas y paños para las mesas camillas.
La confección del vestuario
La confección de la ropa, sobre todo la infantil, desde principios del siglo XX hasta bien entrados los años 80, era algo que se realizaba en el hogar.
Durante los años de postguerra, la moda estuvo marcada, como el resto de las cuestiones, por la ideología franquista, transmitida, fundamentalmente, por la Sección Femenina, organización encaminada a orientar a las mujeres hacia lo que se consideraba la esposa ideal.
«El prototipo de mujer era presentado por la jerarquía eclesiástica de la siguiente forma: debía ir convenientemente vestida, es decir, con mangas largas o al codo, sin escotes,con faldas holgadas, para no concentrar atenciones indebidas. La ropa no podía ser corta ni tampoco se debía transparentar».
Las revistas de moda de aquel momento eran «La moda y el hogar» o «Sus labores«. El primer ejemplar de «La moda y el hogar» aparece en 1939. Los modelos en España eran sobrios, con escotes sencillos, manga larga o media manga y faldas por debajo de la rodilla. No existían muchas tiendas de confección, quien podía permitírselo encargaba prendas a las modistas, una vez al año o para ocasiones especiales como bodas. Generalmente, las prendas que se adquirían en el comercio eran las masculinas: pantalones o trajes. Los años 40 fueron los más duros de este periodo.
En estas revistas de moda o de «labores del hogar» se encontraban fundamentalmente diseños de labores para el adorno de la vivienda: cortinas, manteles, paños para la mesa de la plancha, o para las tareas de la mujer como mandiles, paños de cocina y pañuelos para cubrirse la cabeza, o bien prendas para los bebés.
A partir de los años 80 el mercado de las prendas de vestir comienza a popularizarse, y la máquina de coser queda para las mujeres más aficionadas a estas tareas que realizan prendas para sí mismas o arreglos del vestuario familiar.
Los bolillos
El trabajo de bolillos consiste en una valiosa labor de fabricación de encaje que, por las invetigaciones realizadas, parece de procedencia española. Este trabajo es realizado por algunas mujeres, y , aunque no forma parte de los trabajos básicos de aprovisionamiento de vetuario, resulta una labor de un gran valor artístico y artesanal.
La costura como meditación activa
En el momento en el que el tiempo libre se diferencia del tiempo de trabajo, unido a la mayor oferta de productos en el mercado y al abaratamiento de costes, también la costura y las labores de punto dejan, en la mayoría de las familias, de formar parte de los aspectos productivos para tomar sentido en los momentos de ocio y relajación. Muchas mujeres continúan en sus hogares realizando estas labores para su entretenimiento y crecimiento personal y, gracias a los conocimientos adquiridos en la actualidad sobre el funcionamiento de nuestra mente, podemos considerar estas labores como un proceso de meditación activa durante su realización.
En el municipio de Sariegos, la asociación «La Tierra Negra» organiza un grupo de ganchillo que ha realizado un laborioso «nacimiento» que espone en el periodo navideño o adornos para los árboles; las mujeres se reúnen periódicamente (sufriendo un paréntesis en el periodo de covid 19, como todos los grupos sociales) y ponen en común sus conocimientos para la elaboración de cientos de figuritas que han de conformar el «belén» de Navidad.
Sin embargo, a pesar de la evidencia del beneficio que la costura otorga a la economía doméstica, a la del país y a la salud mental, aún no ha sido reconocido su valor por los economistas, ni encontramos, en los grupos, participación masculina alguna. Aprovechamos el día de hoy, Día Internacional de la Mujer Rural, para reivindicar este valor y sirva de reconocimiento a las mujeres de nuestro pueblos que con «sus labores» aportaron a las familias una calidad de vida digna y suficiente en los momentos más duros que el país atravesó.
FOTOGRAFÍAS FACILITADAS POR
Asociación la Tierra Negra: Archivo documental
Asociación de Mujeres santa Eulalia:Archivo documental
M. del Mar Ordóñez
Moñi de Castro
Seni Suárez
DOCUMENTACIÓN
EL GÉNERO DE LA ECONOMÍA O LA ECONOMÍA DE GÉNERO
Actas del VIII Congreso Estatal Isonomía sobre igualdad entre mujeres y hombres.
Organización Panamericana de la Salud: La economía invisible y las desigualdades de género. La importancia de medir y valorar el trabajo no remunerado. Washington, D.C.: OPS, © 2008 ISBN 978-92-75-33224-5
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