Sariegos ha sido un municipio eminentemente agrícola y ganadero y, a pesar de su cercanía a la capital, y de los «tiempos modernos», conserva buena parte de la tradición de esos dos campos y mantiene con respeto y amor el conocimiento de las labores de sus antepasados.
Dedicaremos esta entrada al aprovechamiento de la hierba para el cuidado y alimentación del ganado.
La siega de la hierba
Con la llegada del calor del verano, a partir de San Isidro, el tiempo agrícola se dedicaba a la siega de la hierba de los «praos» antes de que lloviese, para secarla y almacenarla en montones de paja denominados alpacas, y de ellas se iba sacando parte para la alimentación diaria del ganado en el invierno. El mejor momento para cortar la hierba es con un clima soleado, ventoso y seco, si llueve se puede generar moho en ella y esto la estropea para la alimentación del ganado, que la rechazan y resulta muy peligrosa.
La hierba seca también se utilizaba para esparcir por los establos, para que las vacas pudiesen acostarse y para «secar» de algún modo la orina de los animales, que circulaba hacia la parte inferior, dejando una capa seca en la parte superior; esta hierba sucia era retirada y sustituida por los ganaderos periódicamente.
Antes de la mecanización del campo, la siega se realizaba a guadaña; ésta requería un ritmo muy marcado, para evitar accidentes y para aprovechamiento de la jornada.
La guadaña debería de estar bien afilada para que el corte fuera eficaz, primero se picaba, se clavaba el yunque en el suelo y con el martillo se iban dando pequeños golpes acompasados avanzando sobre toda la guadaña; después se le pasaba la piedra de agua y ¡ya estaba lista para segar! La piedra de afilar se solía transportar en un recipiente denominado «gazapo» en esta zona; los más antiguos eran de cuerno o madera, pero después también los hubo de zinc. El gazapo llevaba agua y de vez en cuando, durante la siega, el segador le daba un repaso al filo de la guadaña.
Pasado el tiempo de la siega, la guadaña debía untarse en aceite para que no se oxidase.
El duro trabajo de la siega con guadaña se vio aliviado mediante la invención y posterior fabricación de las primeras máquinas que cortaban la hierba. A principios del s. XIX en EE.UU. aparecieron las primeras máquinas segadoras tiradas por caballos. En 1851, con la Exposición Universal de Londres, estas primeras segadoras se expandieron en el mundo occidental; a mediaos del s. XX aparacen las primeras máquinas de segar sin caballos, motorizadas, pero que sólo cortaban; posteriormente se fueron perfeccionando y se consiguieron las máquinas empacadoras.
Secado y recogida en el prado.
Después de cortar, la hierba debe secarse por dos o tres días, para lo que se extendía y se le daba la vuelta periódicamente.
La hierba es peinada con un rastrillo en sentido longitudinal para facilitar que el agua resbale.
Para arrastrar la hierba y amontonarla se utilizaba el rastro, un instrumento similar a los rastrillos actuales, pero con la zona de arrastrado más larga y con el armazón de madera.
El acarreo
La hierba cortada se trasladaba al pajar.
El carro se preparaba para el transporte añadiéndoles unas piezas laterales para aumentar su tamaño.
El carro se arrimaba al ventanuco del pajar y con gran maestría para no caerse de él se iba echando la hierba adentro con ayuda de la horca de dos ganchos.
El pajar
Una vez recogida y seca la hierba se guardaba en el pajar. En la mayoría de las casas éste se situaba sobre las cuadras. Era una habitación con una ventana por la que se echaba el heno desde el carro, esta portezuela permanecía siempre abierta para que hubiese corriente y no se acumulase humedad sobre la hierba, la hierba húmeda podía generar moho, pero también, al pudrirse, genera mucho calor debido a la fermentación bacteriana, tanto que podía surgir una combustión espontánea y hacer arder el pajar con la cuadra y los animales debajo, incluso trasladarse rápidamente a la vivienda pues la techumbre era de madera.
La hierba en el pajar precisaba ser prensada, a medida que se echaba más; para ello, solía contarse con la colaboración de los rapaces que saltaban sobre ella.
Durante el año, esta hierba se iba sacando para la alimentación de la ganadería. Para ello, se utilizaba el garabito, que servía para mesar la hierba, es decir, sacar la hierba en haces para su utilización posterior.
Antiguamente, la hierba se echaba suelta al pajar, sólo con la aparición de las primeras máquinas empacadoras se fue amontonando en gavillas aquí conocidas con el nombre de alpacas; estas alpacas tenían en un primer momento un formato rectangular y su peso permitía el manejo manual; en la actualidad, la hierba se agrupa en rulos para su conservación y desplazamiento y su mayor tamaño requiere el manejo con tractores o con máquinas más especializadas que realizan todo el proceso si el terreno es muy grande y la explotación tiene carácter empresarial y no de abastecimiento exclusivamente familiar.
El recuerdo de aquellos tiempos en nuestras casas
Voces leonesas sobre la recogida de la hierba, al modo de hablar de Sariegos:
ALPACAS: Aunque la RAE no recoge en su diccionario el término de «alpaca», si no el de «paca» con su significado, el término de «alpaca» es muy generalizado en la provincia de León, siendo su uso recordado por muchas personas mayores, que lo recuerdan de sus padres, y que comienzan a utilizar el término de «paca» porque escuchan que es el correcto. El vocablo de «alpaca» como Bloque de hierba para almacenar como alimento del ganado es recogido, por ejemplo, en el diccionario folgosino, de Folgoso de la Ribera, León. Igualmente, nos lo señalan en Azadinos «aquí siempre oí alpacas en mi niñez (Seni Suárez, Azadinos). La palabra «alpaca» con este significado de fardo de hierba, también es utilizado en la montaña de Palencia.
GARABITO: gancho, garabato (DRAE). El garabito «es un palo que al final tiene un gancho, se usa para sacar la hierba del pajar» (Montse, de Carbajal). «El garabito era para sacar la hierba en el pajar porque se metía suelta (Pergentina, Carbajal). «Es un utensilio agrícola, cuya misión principal era para mesar la hierba que se metía suelta en los pajares» (Elena Fernández, de Carbajal)
GAZAPO: Recipiente donde se llevaba la piedra para afilar la guadaña. Los más antiguos eran de cuerno de vaca, de madera, y después se hicieron de zinc. Este término no lo define la DRAE pero es recordado por las personas de Carbajal de la Legua y en otras zonas de la provincia de León como en Robles de Torío o Grulleros. Curiosamente, sí encontramos el término de «gazapo» con este significado en Andalucía, como leonesismos introducidos en la región, «gazapo» y «gachapo» (ver IGNACIO LÓPEZ DE ABERASTURI ARREGUI)
Gazapo de cuerno. F: Cortesía de Seni Suárez
GUADAÑA: Instrumento para segar a ras de tierra, constituido por una cuchilla alargada, curva y puntiaguda, sujeta a un mango largo que se maneja con las dos manos. (DRAE). Este término se utiliza en todo el territorio leonés.
HORCA DE DOS GANCHOS: Apero de madera que consistía en un palo terminado en dos puntas y que se utilizaba para echar la hierba desde el carro al pajar.
PICAR LA GUADAÑA: Afilar la guadaña, ( MORALA, T: ¡Hay que picar la guadaña!: » …sin más, clavó el yunque en la tierra hasta el tope del mismo… pegó un salivazo a la punta del martillo, cogió la guadaña o gadaño por la parte de afuera, puso el filo empezando por la punta sobre el yunque, y con una cadencia casi milimétrica comenzó el ritual del “toc-toc-toc…” hasta que terminó pasados unos quince minutos…»
PRAO: Prado. Tierra muy húmeda o de regadío en la cual se deja crecer la hierba para pasto de los ganados. Aunque el DRAE recoge únicamente el término de «prado», es muy raro escuchar en lenguaje coloquial hablado en León este término, normalmente se utiliza «prao» y muy especialmente si se pronuncia en frases relacionadas con el trabajo del campo: «Voy al prao a segar la hierba».
Prado de Guadaña: prado que se siega una vez al año.
RASTRO: Apero de labranza, se compone de un mango largo de madera cruzado en uno de sus extremos por un travesaño con púas, a modo de dientes, que sirve para recoger y amontonar la hierba segada.
YUNQUE Y MARTILLO: Instrumentos que se utilizaban para picar la guadaña. El yunque se clava en el suelo y sobre él se apoya la guadaña a la que se la golpea rítmicamente a lo largo de todo su filo para que corte bien.
FOTOGRAFÍAS FACILITADAS POR:
Domingo García García
María Araceli Robles García
Mar Ordóñez Álvarez
Montse García Fernández
Seni Suárez
INFORMARON
Asociación de Mujeres Santa Eulalia, de Azadinos.
Grupo de Envejecimiento Activo, de Carbajal de la Legua
DOCUMENTACIÓN
JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN. Museo Etnográfico. Archivo de la Tradicion Oral.
DIPUTACIÓN DE LEÓN. Museo etnográfico provincial de León. EtnoLeón: etnografía León.
LE MEN LOYER, J-YVONNE: Repertorio de Léxico leonés. Tesis doctoral bajo la dirección de Dr José Ramón Morala Rodríguez. Universidad de León, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Filología Hispánica. León 1996.
LÓPEZ DE ABERASTURI ARREGUI, IGNACIO: Leonesismos. Léxicos de carácter migratorio en Andalucía.
MORALA ,TOÑO: ¡Hay que picar la guadaña… a cabruñar! En Museo Etnográfico de León. Blog Etnoleón. 23 de mayo de 2019
VEGA MORALEJO, TOMÁS: Folgoso, el libro. 2019
VIELBA PORRAS, CARLOS: El léxico de la montaña palentina. Tesis doctoral. UNED.2011